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Guerra a la pesca eléctrica

  • El Europarlamento pide que se prohíba esta polémica modalidad de captura

La pesca eléctrica que se practica en la UE está provocando una gran controversia en el seno de las instituciones europeas. Las organizaciones ecologistas y los pescadores artesanales se apuntaron ayer un gran éxito en su intento de desterrar este tipo de capturas. El pleno del Parlamento Europeo pidió la prohibición de la pesca eléctrica y se opuso claramente a la pretensión de la Comisión Europea de ampliar estas prácticas, ahora limitadas a las aguas del mar del Norte. La gran derrotada ha sido la flota industrial holandesa, que había tocado con los dedos su ansiado objetivo de generalizar estos métodos de captura.

“Ha sido una gran victoria contra una pesca terriblemente dañina, contra un arma real de la depredación masiva”, declaró Yannick Jadot (diputado francés del grupo de Los Verdes), uno de los más activos opositores a esta modalidad pesquera. El acuerdo fue votado por una amplia mayoría (402 a favor, 232 en contra y 40 abstenciones). No obstante, es sólo un paso en la larga negociación que se espera dentro de la UE (y en la que intervienen también la Comisión Europea y el Consejo de los Estados miembros) para encontrar un compromiso final.

Los arrastreros pueden efectuar ahora las capturas con electrodos en el mar del Norte
 
La Comisión Europea había presentado una propuesta destinada a ampliar la utilización de este polémico método de pesca, pero su planteamiento chocó con una amplia mayoría de los parlamentarios. Todo esto ocurrió tras una tremenda movilización de asociaciones, pescadores artesanales, científicos, cadenas de supermercados, grandes chefs y representantes ecologistas que lograron convencer al Parlamento Europeo.


 
La pesca con impulsos eléctricos consiste en dotar de electrodos a las redes de arrastre, de manera que cuando se sitúan en los fondos marinos, emiten corrientes que aturden a los peces, que se ven obligados a salir de los sedimentos, lo cual facilita las capturas. Esta técnica fue prohibida por la UE en 1998, al ser considerada un procedimiento “destructivo”. Sin embargo, en el 2007 –sorprendentemente– fue introducida una excepción en el reglamento de pesca, que permitió hacer un uso limitado de esta técnica: fue autorizado en el 5% de los barcos de arrastre de cada Estado miembro y exclusivamente en el mar del Norte. Sus partidarios destacan que de esta manera se puede pescar más peces con menos esfuerzos y ahorrar combustible, mientras que sus detractores resaltan que ocasiona impactos muy graves en los ecosistemas marinos. Además, es cuestionada por los pequeños pescadores artesanales.

Un comité de pesca proponía ampliar este controvertido sistema de capturas
 
Esta técnica fue introducida paulatinamente por la flota de arrastre holandesa, que la ha convertido en un procedimiento eficaz para captura el lenguado o la platija, entre otras pesquerías. Se estima que en el mar del Norte trabajan unos 85 barcos holandeses, a los que hay que sumar más de una docena de navíos de Reino Unido, Francia y Alemania, también propiedad de armadores holandeses.
El problema es que las excepciones a la prohibición general se ha convertido en los últimos tiempos en una rendija que amenazaba con hacerse cada vez más ancha. Los grupos ecologistas han denunciado ante la Comisión que hasta el 28% de los pesqueros de Holanda faenaban con redes eléctricas. Esta flota se renovó con redes electrificadas mientras que sus organizaciones han ido presionando a las ­autoridades europeas para generalizar su uso y eliminar las restricciones.

La movilización de conservacionistas y pescadores artesanales se anota un gran éxito

En este clima de controversia, llegó el debate al Parlamento Europeo –resuelto con la votación de ayer–, en donde había dos grandes opciones en liza. La primera propuesta, recogida en el denominado informe (por el eurodiputado del Partido Popular Gabriel Mato, hermano del la exministra de Sanidad Ana Mato), estaba alineada con los intereses de la gran industria holandesa. En resumen, planteaba ampliar el uso de arrastres eléctricos al 5% de todas las artes de pesca de los estados miembros y en todos los mares. Incluso se incluiría al Mediterráneo. Frente a esta posición, triunfó la idea de volver a la situación de partida y recuperar la prohibición total que regía antes del año 2006.
En los días previos a la sesión en el Europarlamento, el debate cobró una gran virulencia, al salir a la escena un amplio abanico de actores. Un buen número de eurodiputados apoyaban la posición de la industria holandesa; mientras que la campaña de la organización conservacionista Bloom y de los pescadores artesanales europeos obligó posicionarse también a los lobbies industriales holandesa y a las organizaciones pesqueras ­europeas.

La flota holandesa logra el apoyo de más de la mitad de la Cámara europea

La autorización de la pesca eléctrica (concedida por la Comisión Europea y el Consejo) ha comportado diversos impactos sociales y ecológicos y ha interferido en los medios de subsistencia de los pescadores artesanales de mar del Norte. Estos se consideraron perjudicados y se agruparon en la plataforma Life (Low Impact Fisheries of Europe), donde han difundido sus quejas y sus testimonios sobre los daños producidos por este sistema de pesca no selectivo. Estos pescadores artesanales denunciaron una “reducción espectacular, jamás vista” antes en las capturas.
“La pesca eléctrica es tan efectiva que se lo lleva todo por delante, peces grandes y pequeños, hasta que no queda más que un erial”, dice uno de esos testimonios. Al haberse prestigiado su actividad con la consideración de “pesca experimental” e “innovadora, los lobbies industriales holandeses han conseguido una amplia financiación. Las subvenciones concedidas hasta agosto del 2015 totalizan 5,7 millones de euros de dinero público –que ha servido para desarrollar la flota industrial– de los cuales 3,8 millones han provenido de fondos europeos (el 67% del total).
“Ha sido una victoria básicamente de los pescadores artesanales. Muchos nos habían dicho que habían perdido la mitad de sus capturas (por la pesca eléctrica), que debían emigrar o que tendrían que vender sus barcos”, explica a este diario Inés de Águeda, asesora de la organización Bloom. “Resulta inadmisible que en lugar de poner en marcha políticas para reducir la pesca intensiva, que está destruyendo nuestros océanos, se busque la matanza por electrocución” se lamenta Silvia Barquero, presidenta de Pacma.



 
 
 
 





 


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