‘María Magdalena’ reivindica la importancia del papel de la mujer en la prédica de Cristo

• Un emotivo retrato sumamente humano y espiritual de una mujer excepcional que rompe con los estereotipos
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  El australiano Garth Davis, renombrado por su debut en el largo con Lion, estrena hoy María Magdalena, film en el que ya trabajaba mientras se ocupaba de la postproducción de aquél su primer título. La cinta casi deviene un spin-off centrado en la mujer fuerte (Rooney Mara) que al parecer acompañó a Cristo fielmente en su predicación, María Magdalena, aunque indudablemente el hijo de Dios, personaje que a Joaquin Phoenix le va como anillo al dudo, sigue teniendo un protagonismo importante.
  La dramaturga Helen Edmundson había escrito un primer guión que tenía ya en cuenta el denominado Evangelio de Maria Magdalena, consistente en realidad en unos fragmentos de texto apócrifo de carácter gnóstico (dos en griego y uno en copto) que se estima se escribieron entre los años 30 y 180 d.C. y que se hallaron a finales del siglo XIX. Este evangelio recibe tal nombre por aparecer una María en él que los especialistas identifican como la de Magdala, si bien otros creen pueda referirse a la madre de Cristo. Al parecer, para la confección del guión se ha consultado a toda suerte de expertos: rabinos, sacerdotes, historiadores, conocedores de la Biblia, arqueólogos…; asimismo se ha acudido a varios textos teológicos e históricos. Luego, Philippa Goslett aplicó al guión un sentido cinematográfico, con mayor agilidad expositiva.
  

  

  Fotograma de la película 'María Magdalena' (María Magdalena)

  Todo el film se ha abordado con un tratamiento austero que va des de la elección de una fotografía de luz tenue, terrosa, con pocos colores, todos tendentes a los ocres y azulados, pasando por una elección de vestuario en extremo sobrio, unos interiores despojados y sencillos y unos exteriores rocosos, desnudos, de horizonte amplio, que comunican vulnerabilidad y soledad. La interpretación, contenida, en el caso de la María de Rooney deviene casi extática, como sumida en un vértigo permanente a través de esos ojos abiertos como platos, y en el caso del Cristo de Phoenix, una estampa nada idealizada ni de parámetros sajones, sino próxima a los rasgos meridionales, éste aparece azotado por un tormento interior, diríase informado de su pronto final y angustiado por las dificultades de propagar la Buena Nueva.
  Factor decisivo del tono del film, sombrío pero al tiempo subrayadamente espiritual, rallante en la exacerbación, es su constante, penetrante, estimulante música eléctrica y orquestal, obra del islandés Jóhann Jóhannsson (La llegada, Sicario), último encargo antes de finar muy recientemente, con el concurso del también islandés Hildur Guonadóttir, violoncelista y arreglista.
  
  La cinta incide en el papel determinante de María Magdalena, en un mundo dominado por los hombres, a la hora de propagar la Buena Nueva. Ya desde las primeras imágenes, se nos sitúa ante un ser humano excepcional que no encaja en su entorno. Capaz de transmitir a los próximos gran paz interior en momentos difíciles y un amor incondicional, se negará al matrimonio que su padre propone, agitada por la búsqueda de un sentido en su vida que le costará pasar por un exorcismo, y que sólo hallará al lado de Cristo. En el visionado, se hace inevitable pensar en la trama de El Código DaVinci de Dan Brown en tanto en ningún momento se hace la más mínima referencia a que María Magdalena hubiera sido prostituta. Como la cinta indica al final, tal idea surgió en una homilía de Pascua del papa Gregorio el Grande, en 591, fruto, al parecer, de varias confusiones con diversas Marías citadas en el Evangelio de Lucas. Puede que no se albergara particular mala intención en la atribución a María de tal actividad, y lo cierto es que la propia Iglesia ya reconoce que se trata de una idea infundada, aunque bien es cierto que es como se la propone en la práctica totalidad de las muchas versiones cinematográficas que han abordado los hechos de Jesús.
  

  

  Fotograma de la película 'María Magdalena' (jonathan olley)

  Sea como sea, la María de Garth Davis, por medio de una interpretación quizá algo desmedida en la mirada de Rooney Mara, por lo demás una actriz con matices interesantes, alcanza a emocionar por su entereza y por cómo se granjea el respeto entre unos apóstoles que expresan desde el principio dificultades para admitirla como sus iguales y hasta celos ante la deferencia que Jesús evidencia por ella. Sin embargo, y como bien se muestra en el film, será la única entre ellos que acompañará al Mesías hasta el final y que presenciará su resurrección, denotando una fortaleza interior sin parangón. Toda vertiente carnal entre ambos es omitida entre otras cosas porque se percibe que si bien Davis pretende un enfoque distinto, no le acompaña en cambio ninguna intención de transgredir lo establecido.
  Al tiempo, Judas (Tahar Rahim), aunque personaje muy en segundo término, parece conducirse por motivaciones que lo aproximan al del musical Jesucristo Superstar: resulta una personalidad torturada en su mezcla de resentimiento, decepción, deseos de reconducción de la prédica y angustiado arrepentimiento. Davis aborda el dogma por elipsis de modo creciente a medida que nos aproximamos a los momentos críticos, sabedor de que conocemos los hechos, pues es María el eje e interés de la cinta.
  En suma un film de gran sobriedad, que deja una particular sensación en el espectador en lo tocante a lo espiritual y a lo profundamente humano sin omitir un trazo estético estilizado que impacta sutilmente.
  
  La cinta incide en el papel determinante de María Magdalena, en un mundo dominado por los hombres