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Sobre Ibn Marwan y la fundación de Badajoz

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Siglo IX en la Península Ibérica. El dominio ejercido por el Islam ocupa prácticamente más de la mitad del territorio peninsular, siendo Córdoba la capital del emirato omeya. Pero de todo este extenso dominio territorial nos vamos a detener en lo que hoy es Mérida, donde una familia de muladíes (cristianos conversos al Islam) de origen hispanogodo (procedente probablemente del norte del actual Portugal) logró asentarse tras abrazar sus nuevas creencias. Aquí, el cabeza de familia Marwan ben-Yunus (o al-Yilliqi, que significa “el hijo del gallego“, o “el gallego“, siendo ésta la denominación atribuida a aquellos que procedían del norte peninsular)  lograría alcanzar el influyente puesto de wali o gobernador de la ciudad, facilitando y asegurando el asentamiento y la calidad de vida de la familia. Pero será su hijo, Ibn Marwan al-Yilliqi quien alcance un notable relieve en la historia del Islam durante su dominio peninsular.
Durante esta época, los muladíes fueron un grupo social que provocaron no pocas revueltas contra el poder de los primeros emires omeyas, siendo el alzamiento de Mérida de mediados del siglo IX uno de los más importantes. A pesar de su espontaneidad y contar con el factor sorpresa, la revuelta fue sofocada, e Ibn Marwan fue hecho prisionero y llevado a Córdoba. Su estancia en prisión fue breve, ya que se ganó la confianza del emir cordobés gracias a sus grandes dotes y reputación militar que supo combinar con su carácter social y persuasión de forma hábil hasta ganarse el puesto de capitán de las guardias reales de Muhammad I. No obstante, a pesar de contar con el beneplácito de la corte cordobesa, encontró la enemistad y firme oposición del hayib o primer ministro Hassin, quien llegaría a menospreciarlo y desprestigiarlo públicamente en presencia del emir. Viendo Ibn Marwan que el hayib ostentaba un poder y una influencia a los que no podía hacer frente, decidió abandonar Córdoba con un nutrido grupo de fieles seguidores, a los que se les unirían más efectivos desde Mérida, logrando levantar así un ejército capaz de oponer resistencia al emir durante un largo tiempo. Finalmente, en el año 874 Ibn Marwan y los restos de su ejército tuvieron que guarnecerse en el castillo de Alange, que por su posición estratégica junto al río Matachel y la orografía del terreno lo convertían en un lugar prácticamente inexpugnable.
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Escultura en honor a Ibn Marwan, fundador de Badajoz, realizada por el escultor Estanislao García.
Escultura en honor a Ibn Marwan, fundador de Badajoz, realizada por el escultor Estanislao García.
Tras tres meses de asedio por parte del ejército real del emir Muhammad I, Ibn Marwan capituló, estableciendo como condición para el cese de las hostilidades que se le permitiera establecer residencia en la antigua aldea visigoda de Batalius, instalándose en lo que actualmente conocemos como el Cerro de San Cristóbal, en la margen derecha del río Guadiana. Pero el emir no estuvo de acuerdo en la ubicación elegida por el rebelde muladí; así que, temiendo que pudiera volver a sublevarse contra el emirato y ante la imposibilidad de poder reducirlo y derrotarlo si ocupaba esa posición estratégica difícil de asaltar y asediar, le ofreció como contraoferta la posibilidad de instalarse en el Cerro de la Muela, ubicado frente al otro cerro en la margen izquierda del río, mucho menos protegido por la orografía.
De esta forma, en el año 875 Ibn Marwan fundaba la ciudad de Batalyaws. Nacía así la ciudad de Badajoz, una importante ciudad que llegaría a ser de las más poderosas del reino. Ibn Marwan repobló el núcleo anterior aprovechando los restos de la antigua presencia visigoda, lo dotó de una fortificación y una cerca defensiva y levantó una mezquita intramuros.
 
Pero la tranquilidad del muladí duró poco, y no tardó en verse envuelto nuevamente en otras batallas y rebeliones: Entre los años 876 y 877 participó en la batalla de la Sierra de la Estrella contando con el apoyo de Sadun al-Surunbaki (señor del Algarve) y del monarca astur-leonés Alfonso III, logrando un acuerdo del emir que ampliaría y aseguraría sus dominios. También hubo un momento en el que Ibn Marwan alió sus fuerzas con el emir para recuperar Mérida de manos de Ibn Tarik, quien parece que llevó a cabo una masacre acabando con las amistades y contactos que el muladí conservaba allí, lo que provocó su ira y rechazo hacia Ibn Tarik. Importante fue también la batalla de la Sierra de Monsalud, en la zona de la Lusitania y el Algarve, en donde, con la colaboración de Alfonso III de León derrotaron al hayib Hassin, quien acabó como prisionero del rey cristiano. A pesar de esto, Hassin pudo ser rescatado por el emir de Córdoba pagando por su liberación y, una vez recuperado de su cautiverio, el hayib, con el beneplácito del emir, emprendió una nueva campaña contra su tan odiado enemigo; no obstante, Ibn Marwan envió un mensaje a Muhammad I, quien detuvo la operación militar, instándole a que el ataque fuera suspendido si no quería que destruyera la ciudad antes de la llegada de las tropas y que volviera a liderar campañas de hostigamiento desde las serranías.
Finalmente, Ibn Marwan fallecía en torno al año 912 (la fecha exacta de su defunción no se conoce), siendo sucedido en el poder por algunos de sus familiares directos hasta que el califa Abd al-Rahman III arrebató el poder a su último gobernador.
Ruta localizada en el Castillo de la Culebra en honor a Ibn Marwan.
Actualmente, los badajocenses conmemoramos los orígenes de nuestra ciudad en la colorida, mágica y enriquecedora fiesta de Almossassa, celebrada cada otoño. El casco histórico se llena de colores, olores exóticos y música que acompañan la recreación de la fundación de la ciudad de Badajoz por Ibn Marwan, haciendo un recorrido histórico por las etapas más señaladas de nuestro pasado árabe. Representaciones teatrales, un mercado árabe-medieval y multitud de eventos culturales jalonan esos días de fiesta en la que todos los ciudadanos nos entregamos, año tras año, al conocimiento de nuestras raíces.

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