¿Sabías que existió un poblado para artistas en el Antiguo Egipto? Deir al-Medina
Las pirámides en
el Egipto Antiguo representaban el poder del soberano. Pero
precisamente por eso, por ser tan famosas, en cuanto despareció el poder
centralizado del faraón, éstas fueron saqueadas. Como sabían esto, los reyes de la capital de Egipto, Tebas, decidieron hacerse las tumbas excavadas en un valle, a escondidas, donde poca gente las podía visitar: los hipogeos. Este lugar lo llamaron el Valle de los Reyes. Así que bien, dado el secreto que querían mantener sobre estas tumbas, decidieron hacer un poblado para artesanos dedicados a esta labor. Este pueblo es hoy Deir al-Medina, pero entonces era conocido como Set- Maat, o “El lugar de la verdad”.
El trabajo que dan los muertos
Debido a la numerosa documentación que se ha encontrado, se ha podido saber que trabajaban de sol a sol(1).
Es decir, que apenas si descansaban, sólo un día a la semana (algo que
recuerda a nuestros padres y abuelos de nuestra post-guerra), y que
salían juntos del poblado para marchar al Valle y regresaban al
atardecer.
¡Y hasta en el Antiguo Egipto había que fichar cuando ibas a trabajar! La presencia de la administración,
como en otros trabajos de la Corte, era constante. Los pobres artesanos
no se libraban. El escriba, el que copiaba escritos, o los pasaba a
limpio, anotaba quiénes se habían presentado a trabajar, quiénes no y
las causas por las que no había ido. Los que no se presentaban
generalmente lo hacían por mala salud. Vamos, que lo de ir al médico a
que te firme la baja, viene de antiguo.
Los cinceles de cobre, los pinceles y los colores los entregaba el faraón al comienzo de la obra de la tumba. Cuando se desgastaban, se reponían unos nuevos, mientras que los viejos los recogían para ser refundidos. Así que, como vemos, el reciclaje era
ya propio de Egipto. Las pinturas, el yeso o las mechas y el aceite
para las lámparas que se utilizaban en la obra, también eran
cuidadosamente anotadas.
Una vez entregados los materiales, comenzaba la obra. Lo primero que hacían era excavar la tumba, marcando en un lado la puerta de acceso, y comenzando a excavar de arriba a abajo. Así, terminada la excavación, se dejaban las paredes lo más lisas posibles, listas para recibir la decoración.
Lectura ligera para el Más Allá
De esta forma, el primer paso en la decoración lo hacían los dibujantes. Hacían una serie de cuadrículas, para mantener la solemnidad tan característica del arte egipcio. Después, un artesano bosquejaba la escena y trazaba en rojo las figuras, que el maestro corregía con tinta negra. Posteriormente, los artistas rellenaban las figuras con colores (negro, rojo, azul, amarillo, verde y blanco), tras la cual le daban una capa espesa de un color uniforme (blanco, azul o amarillo). Por último, los artistas repasaban el perfil de las figuras con negro.
Pero
esto tenía que estar terminado antes de que falleciera el soberano,
porque a partir de este momento, los artesanos solo contaban con una
prórroga de setenta días, para darle los últimos retoques a la tumba.
Éste
era el trabajo de un poblado dedicado a la tumba, el cual no fue
siempre bien tratado. Debido a problemas de corrupción del Estado,
dejaron de pagarles el salario y el pago de silos o comida de buena
calidad. Con lo cual, los pobres artesanos, pasaron hambre, y decidieron secundar lo que se conoce como la primera huelga de la Historia.
El día a día en Deir al-Medina
Pero ¿qué pasaba cuando llegaban a descansar? Su vida era más práctica, la de todos los días con sus hijos, mujeres y amigos.
La presencia del Nilo en esta civilización era crucial. Era el que regaba los campos y huertos, y desde donde se abastecía de agua a toda la comunidad. De ahí la importancia del aguador
en Deir al-Medina. Fue oficio importante hasta la creación de un pozo
que, sin embargo, acabó siendo un vertedero, en donde se han encontrado
numerosos fragmentos de cerámica (u ostraka), que hablan de la vida cotidiana en el pueblo.
Por otro lado, el matrimonio era por amor,
ya que las mujeres, que gozaban de más libertad que las griegas, podían
rechazar a un pretendiente que no les gustara, y se las educaba para
ser dueñas de la casa. Este hecho queda representado por el color
amarillo de su piel que aparece en las pinturas.
En cuanto a los hijos varones, lo principal para ellos era que tuvieran un trabajo. Con
este fin, se hacían recomendaciones a amigos o familiares (el típico
enchufe de toda la vida). Aunque no era raro que se les acusaba de
vagos, con lo que el maestro se quejaba al padre. Las regañinas eran
frecuentes.
En cuanto a la economía, como en nuestra época, no podían llegar a fin de mes, así que hacían horas extras.
Los artesanos decoraban también las tumbas particulares. Así pues,
todos estaban contentos de que les pintaran su tumba un artista que
trabajaba en la tumba del faraón, mientras que los campesinos se
dedicaban a la artesanía, o prestaban su “fuerza física a sus
vecinos”(2).
En la orilla del Nilo, había un mercado
en los que los artesanos hacían intercambio. Elaboraban un bien y lo
vendían a cambio de otra cosa que necesitaran. Aunque había veces que
discutían y no compraban porque les parecía que era caro, o porque
tenían mala calidad. Algo que se sigue haciendo en algunos pueblos de
nuestra época.
Me voy de fiesta
Pero no todo era trabajo en Deir al-Medina. Los artesanos, también tenían ratos libres. Se dedicaban a la caza y a la pesca, y a la celebración de banquetes y festivales, donde la música tenía un papel primordial. Debido a que la religión era una parte indisociable
en Egipto, también se celebraban grandes festivales, como el del Valle,
en el que los dioses tebanos (Amón, Mut y Khonsu) partían hacia Deir
al-Medina y hacían un recorrido por los diferentes templos funerarios de
Luxor.
Como
vemos, era una sociedad que, si bien no fueron reconocidos como
artistas-genio como en el Renacimiento, sí tuvieron cierto prestigio
como se demuestra en que se creó un poblado para ell0s.
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