Ensayos,
panfletos y novelas que marcan la conversación intelectual en ocho de
los países de la UE. Una lista de lectura para comprender mejor un
continente en crisis
Las huellas del pasado y las amenazas del futuro. La deudas sociales
del neoliberalismo y los estragos del planeta. La identidad racial, las
crisis migratorias y los sentimientos nacionales. ¿Qué está leyendo
Europa para explicarse el presente? Estos son los libros que pautan el
debate y la actualidad en ocho países de la UE.
ALEMANIA. PATRIOTISMO ILUSTRADO
Thea Dorn ha logrado en poco tiempo con su nuevo libro fundirse con
la conversación colectiva que se escucha por toda Alemania. "¿Debemos
amar nuestro país?, ¿Debemos llamarlo patria?", se pregunta Dorn en el
arranque de su libro. Se puede ser patriota y no ser un ultra, sostiene.
Tener una relación de afecto con tu país, incluso en uno con un pasado
tenebroso ayuda además a construir democracias saludables, piensa. Pero
sobre todo defiende que dejar el orgullo nacional en manos de la extrema derecha no es buena idea.
Édouard Louis escandaliza con un panfleto leído hasta en el Elíseo
Deutsch, nicht dumpf: Ein Leitfaden für aufgeklärte Patrioten
(KNAUS) —algo así como Alemán, no rancio. Guía para patriotas
ilustrados— defiende el patriotismo de la alta cultura alemana y el de
la comunión teutona con los bosques. Y sobre todo el patriotismo
constitucional, el que defiende el pegamento de los valores cívicos. La
autora trata de poner nombres y apellidos a ese sentimiento de
pertenencia tan inasible como manipulable y de desmesurada proyección
política. Explora cómo conjugar ese patriotismo en la era de la
globalización y el cosmopolitismo sin refugiarse en él, sin replegarse
en el nacionalismo. Dorn toca nervio; un nervio alemán, pero a la vez
preocupantemente global.
ITALIA ¿SALIR DEL EURO?
El fango levantando en la última crisis institucional italiana, quizá
la más grave desde la Segunda Guerra Mundial, lo ha empantanado casi
todo. La mayoría de sus protagonistas cabalgan ahora una ola de
populismo, eslóganes y ruido que ha transformado una histórica cultura
política de matices y elegancia en un barrizal. De la tormenta, solo una persona salió airosa. Carlo Cottarelli,
el economista que el presidente de la República, Sergio Mattarella,
propuso como primer ministro de transición, se ha convertido en las
últimas semanas en la voz de la sensatez en Italia. Su inesperada aura
coincide con el lanzamiento de su último libro un sobrevenido best
seller en tiempos de oscuridad.
El pasado colonial belga pesa en las conciencias y triunfa en las librerías
En I sette peccati capitali dell'economia italiana
(Feltrinelli), un libro de fácil lectura que corre de mano en mano en
Italia estos días, Cottarelli desmenuza algunas de las claves de la
difícil convivencia del país con el euro: la evasión fiscal, la
corrupción, la burocracia, la lentitud de la justicia, la caída
demográfica o la salvaje brecha entre el norte y el sur. Experto en
recorte de gasto público, el ex directivo del FMI traza un recorrido
racional a base de datos y hechos probados que sirve para entender cómo
se ha llegado a la situación de descomposición actual.
Italia no es incompatible con el euro, como sostienen muchos de los
soberanistas que gobiernan el país, rebate Cottarelli. No hay duda de
que Mattarella, un presidente tranquilo y aficionado a la lectura, lo
debía tener en la mesita de noche cuando le encargó que guiase Italia
hasta unas nuevas elecciones.
FRANCIA. PANFLETO ANTIBURGUÉS
Insultantemente joven. Talentoso y descarado. Hábil en el manejo de los medios de comunicación. Édouard Louis irrita y fascina por igual:
un objeto cultural exótico que interpela las (malas) conciencias de las
élites literarias de París y a la vez cultiva la subversión homologada
de lo que Tom Wolfe habría llamado el radical chic de
Saint-Germain-de-Près. Fue otro escritor, Frédéric Beigbeder, quien en
una crítica sangrante de Qui a tué mon père (Seuil) —¿Quién ha
matado a mi padre?—, el último libro de Louis, hizo la alusión al
concepto de Wolfe, lo que en Francia se llamaría la gauche caviar. La
crítica era una declaración de guerra por parte de un representante del
tipo de literatura que Louis repudia: lúdica, estética, irónica. En
resumen, burguesa.
El libro —mejor sería decir el panfleto, entendido como un género
literario con una tradición rica en Francia— es un concentrado de
Édouard Louis, en menos de 100 páginas: el ambiente de clase trabajadora
donde creció, las humillaciones a las que fue sometida su familia, la
frase clara y punzante como bisturí ante un corazón al desnudo, y un
discurso desacomplejadamente ideológico contra el neoliberalismo y
contra la clase dirigente francesa. En un salto —o pirueta imposible,
dirán los más críticos: demostración de la supuesta artificiosidad del
fenómeno Louis— el autor culpa a los presidentes franceses de las
últimas décadas de cada uno de los males físicos que aquejan a su padre.
Incluido a Emmanuel Macron, cuyo entorno ha leído con interés el
panfleto, y lo ha hecho saber.
De
izquierda a derecha y de arriba a abajo, portadas de los libros
publicados en Alemania, Italia, Francia, Portugal, Reino Unido, Bélgica,
Holanda y Grecia que se citan en estas páginas.
En el París insular de los intelectuales, Louis es una ventana casi
morbosa a la otra Francia, la de la periferia, la de los blancos que se
sienten abandonados y que quizá votan al Frente Nacional. Pero el
fenómeno Louis no lo sería del todo si no triunfase también en círculos
literarios y universitarios de Estados Unidos. ¿La clave? Un cóctel
irresistible cuya receta incluye una gotas de Foucault y Bourdieu, el
estilo crudo y antirretórico de Bukowski y el ímpetu juvenil de
Françoise Sagan: la penúltima prueba de que Francia todavía sabe
producir y exportar cultura como nadie.
PORTUGAL. MALAS PRÁCTICAS
El título de la investigación de la periodista Helena Garrido, Quem
meteu a mão na caixa (Contraponto) carece de interrogantes quizás porque
la respuesta es obvia: todos los Gobiernos y los amigos de los
Gobiernos. El caso de la Caixa Geral de Depósitos (CGD), primer banco de
Portugal, no es solo una historia de malas prácticas financieras y un
pozo sin fondo del dinero público, es también el reflejo de la crisis
económica, el rescate de la troika, y el hundimiento de toda la banca
nacional, tanto la pública (CGD) como la privada (simbolizada en el
Banco Espírito Santo (BES).
Portugueses e italianos se han enganchado al relato de la gran crisis
Quién metió la mano en la caja es también una historia
política del Portugal del siglo XXI, con su tercer rescate desde la
Revolución de los Claveles (1974) y el hundimiento de los dos pilares de
la economía del país, CGD y BES. Es la historia reciente del primer
banco del país utilizado como arma política.
Aunque centrado en las malas prácticas de CGD, el libro rastrea los
entresijos del poder y la connivencia de políticos y banqueros. Aquí
aparece la megalomanía del exprimer ministro Sócrates para crear una
petroquímica mundial (Artlant), que le costó 1.000 millones de euros al
banco; nefastas ínfulas empresariales (Pescanova), oscuros intereses
inmobiliarios (Vale do Lobo y Grupo Lena, ambos casos en los
tribunales); la política de créditos para acciones avalados con las
mismas acciones, y los contubernios políticos con el otro gran banco de
Portugal, el Espírito Santo. CGD y BES, agua y aceite, uno 100% público y
otro 100% privado, pero ambos cogidos de la mano en turbios negocios y
turbios Gobiernos. CGD sobrevive hoy gracias a una inyección del Estado
de 5.000 millones y al despido del 40% de la plantilla. El resto de la
banca portuguesa es española, china o angoleña.
REINO UNIDO. RACISMO MÁS O MENOS 'BRITISH'
El hecho de que, en inglés, el adjetivo británico (british) termine
en 'ish', sufijo que quiere decir "más o menos", brinda a la periodista
Afua Hirsch un acertado juego semántico con el que titular su libro
sobre la búsqueda de la identidad, el racismo latente en la sociedad
británica y la incómoda relación del país con su historia. La muy
candente tesis de Brit(ish), (Penguin) que podría traducirse
como Más o menos británico, es que Reino Unido no podrá superar sus
problemas con la raza hasta que logre asimilar su pasado racista.
Los británicos se preguntan por el auge del racismo de baja intensidad
Entre la autobiografía y el reportaje, la sociología y la historia,
Hirsch ofrece el relato de un fracasado viaje en busca de sus propias
raíces, que la lleva de Inglaterra a Ghana y vuelta, para descubrir que
la razón por la que siente que no pertenece a Reino Unido es que el
país, como ella, tiene también su propia crisis de identidad. Una madre
ghanesa y un padre judío inglés, una infancia en el privilegiado barrio
londinense de Wimbledon, una educación privada que culminó en la
elitista Universidad de Oxford, y una exitosa carrera en la abogacía
seguida de un trabajo como reportera en The Guardian. La
biografía de Hirsch podría encarnar el éxito del proyecto multicultural
británico. Por eso su alegato es aún más provocador. Porque no solo
señala el racismo más evidente sino también el latente en las clases cosmopolitas.
Esas que creen eludir el problema optando por una ceguera al color,
como aquella amiga del colegio que le dice a la autora: "No te
preocupes, nosotros no te vemos como negra".
No es Hirsch la primera que denuncia la resistencia de la mayoría blanca a aceptar que hay un racismo latente (Why I'm No Longer Talking to White People About Race,
Reni Eddo-Lodge, 2017). Pero el tema cobra hoy una rabiosa actualidad
en un país en plena ruptura de sus lazos con Europa, en el país de Nigel
Farage y Meghan Markle, que debate su relación con la inmigración y que
revisa la lectura hegemónica y miope de su pasado imperial, a golpe de
escándalos como el del maltrato dado por las autoridades a los
ciudadanos antillanos de la llamada generación Windrush.
BÉLGICA. FANTASMAS DEL PASADO
Bélgica vive un tímido acercamiento a los fantasmas de su pasado. El
próximo sábado, coincidiendo con el 58 aniversario de la independencia
de la República Democrática del Congo, Bruselas inaugurará por primera
vez desde el fin de la colonización del país africano una plaza en honor
a Patrice Lumumba, uno de los líderes independentistas. Este oscuro
episodio de la historia belga ha sido abordado por numerosas obras. La
que mejor ha retratado hasta hoy las vergüenzas de la colonización belga
ha sido el ensayo Congo, une histoire (Actes Sud), del autor
flamenco David Van Reybrouck. Un fenómeno editorial del que se vendieron
más de 300.000 ejemplares en Bélgica y Holanda.
En Alemania debaten si existe una nueva forma de patriotismo cívico
Este año, Jennifer Richard, escritora franco-americana de origen
antillano, ha vuelto a traer la brutalidad del colonialismo a un primer
plano con Il est à toi ce beau pays (Albin Michel) —Tuyo es
este hermoso país—. La novela comienza el día que el pigmeo congoleño
Ota Benga decide suicidarse a los 33 años. Fue el 20 de marzo de 1916 en
Lynchburg, Virginia. Había pasado una década desde que Benga fuera
expuesto junto a un orangután amaestrado en un zoológico del Bronx, en
Nueva York, ante visitantes que le lanzan cacahuetes y le observan como a
una criatura salvaje. Su caso real sirve a Richard para idear una
estructura con saltos temporales, un recorrido histórico en el que se
entrecruzan la colonización africana bajo Leopoldo II, rey de los
Belgas, y la segregación racial en Estados Unidos.
HOLANDA. PLANETA EN PELIGRO
"Es muy fácil: necesitamos un mundo sostenible". El deseo de Jan
Terlouw, tal vez el único escritor holandés de éxito con otra carrera
igualmente brillante en política, vertebra el ensayo sobre el cambio
climático que más ha calado esta temporada entre sus compatriotas.
Terlouw tiene 87 años, estudió Física Nuclear y Matemáticas, fue
ministro liberal de Economía y vicepresidente del Gobierno en los años
ochenta, y titula Natuurlijk (CPNB) —Naturalmente— un libro de prosa
clara y directa sobre el daño causado por el hombre a la naturaleza.
Jan Terlouw debe el enorme eco de su obra a dos cosas: la honradez de su trayectoria y su trato respetuoso hacia el lector.
GRECIA. VAROUFAKIS, PROFETA EN SU TIERRA
El exministro de Economía griego Yanis Varoufakis, estrella fugaz —o
meteorito estrellado, más bien— del Gobierno de Syriza, no desaprovecha
ocasión para repartir estopa, y el acuerdo sobre la deuda griega
anunciado esta semana por el Eurogrupo no es una excepción. Por eso el
relato de sus cinco meses como interlocutor ante la troika, Comportarse como adultos
(Deusto), escrito originalmente en inglés y solo traducido al griego en
octubre pasado, sigue de actualidad y destaca en medio de un panorama
editorial enclenque y dominado por las novelas ñoñas, diversas lecturas
históricas y una moda que se mantiene, la del género negro.
Algo de novela negra tienen estas memorias del exministro, un híbrido
entre el suspense y la tragedia griega; una historia con doble lectura,
exterior (sus encuentros con los mandamases del Eurogrupo y la troika) y
doméstica: cómo le envolvieron y neutralizaron sus propios compañeros
de Gabinete. Esta intrahistoria política se leyó en Grecia casi en clave
de cotilleo: los tiras y afloja, las maniobras de algún que otro
comisario político; las puñaladas traperas que, a la postre,
precipitaron su dimisión. Pese a no haber sido nunca profeta en su
tierra, con este libro Varoufakis ha logrado el público que siempre se
le había resistido.
¿En qué está pensando Europa?
Reviewed by Unknown
on
junio 24, 2018
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