Una galería de Madrid la ha vendido al Meadows Museum de Dallas por cerca de 500.000 dólares
La aplicación del artículo 155 provoca la devolución de obras a AragónEl verdadero tesoro de Sijena
está en Cleveland, en El Prado, en el Museo de Zaragoza, en el Museo
Nacional de Arte de Catalunya de Barcelona, en el Museo Diocesano de
Lleida... El monasterio de Sijena, fundado en 1188 por la reina doña Sancha de Aragón,
atesoró uno de los patrimonios artísticos más importantes de la Edad
Media. Pero los avatares de la historia, saqueos y guerra mediante, lo han dispersado por museos de todo el mundo.
Aunque el foco político y mediático se centra en el controvertido lote
de 44 obras que custodia el Museo Diocesano de Lleida y que una orden
judicial de 2015 mandó devolver a Sijena.
En el museo leridano -como en otros tantos, de Huesca a Madrid- hay muchas más obras procedentes de Sijena, como el simbólico Trono de la Priora, fruto de una donación en el siglo XIX, que se expone en la misma sala que las obras de la discordia.
Sólo siete de las 44 obras se muestran en Lleida: tres sepulcros y
cuatro delicados relieves de alabastro del escultor francés Gabriel Joly
datados en 1529-1530. «Algunas piezas son excepcionales, otras no caben y varias están en mal estado.
El lote es interesante, pero seleccionamos las obras que expliquen
mejor el momento de esplendor del monasterio en el siglo XV», explica Josep Giralt,
director del Museo de Lleida. Ayer por la tarde no había recibido
ninguna notificación por parte de Generalitat ni Ministerio para la
devolución de esos bienes.
En las salas del museo, las cajas sepulcrales de madera pintada son lo más destacado, con las tumbas de Sor Isabel de Aragón, atribuida al taller de Blasco de Grañén (c.1434); de Sor Beatriz Cornel (s. XV) y de la priora Sor Francisquina d'Erill y de Castro, atribuida a Miguel Ximénez
(c. 1494). ¿Y qué se esconde en las reservas? «Sobre todo tablas y
pinturas de temática religiosa, de abadesas y monjes, todas de autores
anónimos, datadas entre los siglos XVI y XVIII. También hay fragmentos
de relieves pequeños de alabastro: cuatro piezas muy interesantes, pero
muchas no tienen forma ni policromía y son de yeso... El alabastro, al contacto o cerca del fuego, se transforma en yeso. Estas piezas en mal estado se compraron así, formaban parte del lote», señala Giralt.
¿De
dónde proviene ese lote, epicentro de la batalla judicial y de las
demandas que interpusieron en 2012 el gobierno de Aragón y el
ayuntamiento de Villanueva de Sijena, pueblo de poco más de 400
habitantes? Toda la demanda gira en torna a la nulidad de unas ventas que las monjas de Sijena realizaron en Cataluña en 1983
(44 piezas a 10 millones de pesetas), 1992 (12 bienes a 25 millones)y
1994 (un conjunto de 14,8 millones). Los lotes de los años 90
-adquiridos por Mnac y Generalitat- ya han sido devueltos.
«El museo de Lleida custodia esas 44 obras desde los años 70, cuando las monjas se establecieron en Cataluña. Pero fueron adquiridas en 1983», recuerda Giralt.
Y mira aún más atrás para resumir la historia de Sijena. «Los 32
compartimentos del Retablo Mayor de Sijena, que tenía unos siete metros
de altura y era el símbolo del monasterio, están repartidos por todo el
mundo. Debió de ser un conjunto espléndido, como todo el monasterio. Pero, por desgracia, el monumento cayó en decadencia, padeció las amortizaciones del XIX, sufrió la Guerra Civil, un incendio, fue saqueado...».
A
finales del XIX empezó la fuga del patrimonio de Sijena, ya fuera por
las propias ventas de la congregación para hacer frente a la decadencia
del monasterio o al periodo de amortizaciones que decretó Mendizábal. Y el Retablo Mayor, una joya renacentista pintada por el llamado Maestro de Sijena, acabó en manos del pintor y académico oscense Valentín Carderera, que lo compró a las monjas y en 1873 donó varias tablas al Museo de Huesca, aunque hay otras en el Prado, el Mnac y el Museo de Zaragoza.
Para frenar esas ventas, la Comisión de Monumentos de Huesca consiguió
declarar el monasterio como Monumento Nacional en 1923. Pero luego
vendría la Guerra Civil y el fatídico incendio provocado por las tropas
anarquistas.Los vecinos salvaron lo que pudieron y lo depositaron en el
Diocesano de Lleida.
En los años 70, las monjas abandonaron el
monasterio por su mal estado: literalmente, se caía a trazos y hubo que
realizar varias obras. Se trasladaron a Valldoreix (cerca de Barcelona) y depositaron varios objetos en el Museo Diocesano de Lleida y en el Mnac.
La madre priora de Valldoreix vendió en el 83, el 92 y el 94 esos
depósitos. Pero en su resolución la juez estima que no tenía
jurisdicción sobre el Monasterio de Sijena y que no se informó de las
ventas, así que las declara nulas. Sijena se ha convertido en una batalla política y un viacrucis judicial con varios recursos aún pendientes. En 2016, cuando el entonces conseller de Cultura Santi Vila autorizó la devolución de los bienes del Mnac ya definió el proceso, con cierta autocrítica, como un «fracaso de la política». En los últimos años el gobierno de Aragón ha invertido más de 400.000 euros en restaurar y acondicionar el monasterio
-en el que aún viven monjas- para acoger las piezas y transformar el
antiguo refectorio en museo, donde ya se pueden ver las obras del Mnac
(pero sólo de viernes a domingo, previa reserva).
Un museo de Estados Unidos compra un retablo de Sijena que quería el Museo de Lleida
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junio 07, 2018
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