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La educación permite a los jóvenes ser más creativos, diversos y autónomos

Un grupo de cuatro jóvenes han diseñado el prototipo de una aplicación para pagar el transporte público con el móvil a los jóvenes ser más creativos, diversos y autónomos

La educación permite a los jóvenes ser más creativos, diversos y autónomos 

Las escuelas se han convertido en tierra fértil para la excelencia. Cerca de 250 alumnos catalanes de 5º y 6º de primaria, de 10 a 12 años, convertidos en investigadores, expusieron ayer los resultados de sus pequeños proyectos en el Parc de Recerca Biomèdica de Barcelona (PRBB) en el marco de una iniciativa impulsada por la secretaria d’Universitats i Recerca de la Generalitat. También ayer, las cuatro chicas de bachillerato que aparecen sonriendo en la foto de esta página expusieron una aplicación informática que han desarrollado para facilitar el pago en transporte público validando el billete con el móvil y pudiendo transferir los datos entre varios usuarios. Ganaron así el premio Incubadora D esafío Emprende, de la Obra Social La Caixa, lo que les da opción a asistir al congreso internacional de ­emprendeduría en Dublín. Y los ­jóvenes fotografiados en la página contigua son también brillantes y talentosos estudiantes de ESO y ­bachillerato que han realizado trabajos extraordinarios para cualquier adulto y mucho más para su edad: un programa de búsqueda de asteroides (premio NASA), la programación de un dron impreso en 3D y una investigación profunda sobre los expedientes de los pacientes de un hospital psiquiátrico en Salt que obliga a una relectura de la historia local. Estos son sólo unos ejemplos de excelencia visibles en esta semana.
Los profesionales creen que la genialidad se obtiene por una combinación de escuela más estimulante e inclusiva con la diversidad, la aparición de la tecnología como medio de aprendizaje y una mayor autonomía de los adolescentes para cultivar sus pasiones.

Los adolescentes se forman en aquello que les apasiona fuera de las aulas escolares
“Los estudiantes reciben una formación que les permite ser más creativos y más diversos que nunca”, explica Josep Maria Castellà, decano de la Facultad de Humanidades y delegado del consejo de dirección para secundaria en la UPF. Exploran sus inquietudes, pueden trabajarlas.
Sin embargo, añade el decano, los que tienen talento no se forman en la enseñanza reglada sino fuera de las aulas. Y la tecnología ofrece enormes posibilidades tanto de recibir estímulos que les abren la mente, “muchísimos más de los que recibieron sus padres a su edad”, como de aprender sobre aquello que les interesa, indica.

Para Lluís Farrés que lleva once años acercando la ciencia a los adolescentes con proyectos de investigación en parques científicos de excelencia, se trata de generar oportunidades de aprendizaje. Farrés dirige el área de Coneixement i Recerca de la Fundació Catalunya-La Pedrera que impulsa los programas Joves i ciència, que tiene 800 solicitudes anuales para ocupar 50 plazas, y Bojos per la ciència, con más de un millar de peticiones.
La tecnología por un lado y las instituciones por otro facilitan su aprendizaje
“Este segundo programa lo iniciamos porque lamentábamos dejar fuera a muchos chicos excelentemente preparados y dispuestos a pasar su tiempo libre en contacto con la investigación”, explica Farrés. El entusiasmo ha multiplicado a diez los programas con especializaciones en temáticas como biología, matemáticas, física, química, medicina... “y estamos estudiando abrir otras tres especialidades”.

La abrumadora respuesta de los jóvenes brillantes ha encontrado en los centros de investigación el deseo y la necesidad de atraerlos. En un círculo que se cierra, muchos de los doctorandos que reciben a los alumnos descubrieron su vocación científica con los programas de la Fundació Catalunya-La Pedrera.
Este es un ejemplo de que las instituciones públicas y privadas están ayudando a crear el ecosistema óptimo para que estos chavales preuniversitarios tengan posibilidades de explorar sus deseos, considera Castellà. A su juicio, las posibilidad de acudir a la red social familiar que facilita la cercanía de contactos o experiencias todavía divide a los alumnos catalanes. “Aunque también se ha mejorado en ese aspecto”, concluye.
Sara Giménez, Carolina del Corral, Miriam Lidueña y Miriam San José son ejemplos de estudiantes con talento (matrículas de honor y sobresalientes en bachillerato científico, tecnológico y social en Salesianos Sant Ángel) que han querido dedicar su energía y tiempo (la tarde de un jueves al mes, una semana antes de exámenes, y muchos fines de semana) a su pasión por la tecnología y la empresa (con la aplicación Take this way) y han encontrado la oportunidad de desarrollarla en el ecosistema (el programa para fomentar el espíritu emprendedor entre los adolescentes de la Obra Social La Caixa). Ayer recogieron el premio en CosmoCaixa de la mano de Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación La Caixa, en una jornada en la que se premió a nueve equipos de proyectos de innovación medioambiental y social en diferentes categorías.
Se trata de un galardón inesperado. “El curso pasado decidimos sacarnos de encima en un año el trabajo de investigación de bachillerato –explican con franqueza– y si lo adaptábamos a este premio que nos proponía el colegio terminábamos en junio. Así nos quedaba el segundo de bachillerato libre para estudiar la selectividad”. Se enfocaron, como les propusieron, en un problema social. Tres de ellas se desplazan de Cornellà de Llobregat a Sarrià en transporte público y veían antiguo y un atentado medioambiental picar una tarjeta de cartón (calculan que en Barcelona se gastan 7,5 toneladas de papel, la tala de 112 árboles al año). “¿Por qué no se paga con el móvil?”, nos preguntamos. Y crearon la aplicación Take this way que permite pagar, validar el tiquet y transferir billetes a otras personas con el móvil.
Para su sorpresa, su idea quedó finalista, lo que les otorgaba la posibilidad de fabricar el prototipo y crear un plan de empresa durante este curso. Así que el segundo año de bachillerato, que querían libre para dedicarse a las pruebas de acceso a la universidad, se convirtió en un año “apasionante en el que hemos aprendido muchísimo de cómo se hace un proyecto, cómo se presenta, cómo conseguimos los contactos, cómo salimos en prensa, cómo logramos financiación... y de las capacidades que tenemos y que no sabíamos”. Ahora les queda viajar a Dublín, presentar su proyecto y ofrecer la aplicación a los operadores de transporte. También tienen previsto visitar el Ayuntamiento de Barcelona.
 

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